Algunos Poemas



"La poesía es el eco de la melodía del universo
en el corazón de los humanos".

    [Rabindranath Tagore]


ANGUSTIAS



¡Cuántos caminos a mitad de andar!
¿Cuántas veces hay que volver?

No se detiene... empezar, empezar.
¡Cuánto emprender!
Seguir, seguir...

¡Qué placer increíble
el de los comienzos!







 CREACION DEL HOMBRE Y CIVILIZACION


Todos los movimientos se sumaron
y se llegó a ti.
Para ti se ha construido
toda esta grandeza.

Y tú la has derribado,
y con sus ruinas
y con tus ruinas
has hecho un hogar asfixiante,
y allí moras.







Aquel rudo recuerdo
¿Acaso no marcó tu vida?
Querer retroceder
convencerse sin resistir
apartar los ojos de toda preocupación
volverse inalterable
salirse del mundo
ser frío espectador aburrido.

Aquel rudo recuerdo
¿Acaso no cambió tu vida?

Quien haya estado muy cerca de morir
que lea una segunda vez estas líneas.







A una desaparición,
a un momento ignorado
sigue este.
Algo se ausentó de mí
un instante:
estoy reapareciendo ante mí,
aturdido.
Estuve ausente
¿Dónde?
Fui ausencia.

Ese momento anterior
no encaja con este
como habían encajado siempre
las piezas de mi vida.







 NO ESTABAS, Y ME HABLASTE


"Una bestia"
(dices “grande” con tus brazos a lo ancho)
“ha saltado sobre mí
y me ha matado” 

Quizá un pedazo de aire
que estuvo alguna vez en tus pulmones
y que hoy está, despedazado, en mi sangre
ha traído este vivo recuerdo tuyo.
Tu voz no viene de afuera,
estoy solo y está callado.
Hablas desde mí.
Veo tus brazos abiertos mientras hablas.

Quizá el pedazo de aire que un día fue tuyo,
estos pedazos en mi sangre, de ese aire,
han traído este vivo pensamiento tuyo.

¿Quién puedes haber sido?
¿Cuándo puedes haber muerto?







 SUEÑO EN LA SELVA


Sentí la absoluta indiferencia de la fronda,
el piso blando que pisaba lo sentí dentro de mí.
Entusiasmo, reflejos, miedo,
roer de cascos.

Entré en la selva.
alas, ramas, luz.
Sonar, oír el silencio.
Luz imperfecta, reflejos.

La selva paseó mi ser,
visitó mis ramadas,
vistió mis alas,
se tragó la luz.
Me llevó de la mano del miedo.

Una asfixia de hojas
recorrió mi cuerpo,
abandonándolo donde yo lo había dejado,
dormido.






Desprendidas del cielo,
por la grieta de mis ojos
entraron las estrellas blancas y rojas.
Las digerí fatigosamente
mientras dormía.

Me propuse poner orden
en el bosque espeso.
Recogí del piso cada hoja,
podé cada rama,
pulí –hasta hacer brillar- cada tronco
y cada piedra.

Decidí cerrar unas flores
y abrir sólo las blancas y las rojas
arreglé con esmero todo lo que flotaba en el aire
y combiné los olores.
Organicé sobre las madreselvas
los insectos blancos y los rojos.
Cada cayena con un picaflor.
Trabajé hasta ver surgir las limpias aristas del orden.

Recorrí, vigilante, los caminos amplios.
Sobre cada flor cerrada, una hormiga guardiana.
Desplegadas, ardorosas, las alas grises
de las mariposas grises
cubrían los troncos relucientes.

Todo era orden cuando
divisé los estantes atestados
donde coleccionaba los años,
sus meses, sus días,
la cronología de nombres,
lugares, palabras...

¡Oh!, ¡También estaban allí los sueños!
El corazón robusto de los sueños
latió interminable
y se desbordó sin control
sobre la selva mansa y fácil de invadir.
Todo se vino encima,
creciendo hasta agobiar mis ojos.

Me entregué, cansado, ante mí mismo.
¿Qué se ha hecho mi arboleda limpia?
¿Qué se han hecho las estrellas blancas y rojas?






Serpentina rauda
que sale de mi cabeza,
tropel del pensamiento,
déjenme reposar hoy, ¿quieren?

Corales secos,
aceros grises,
jinetes alargados,
bestias enjutas.

Los cristales, los aceros
que hacen retumbar la carrera incesante.
El piso de coral seco
que hace retumbar mi pensamiento.
Guías mudos, andenes, pasadizos,
¡déjenme hoy!

Jinetes, bestias,
¡hoy no quiero!
déjenme decir lentamente…





Un jadear de caminante;
qué sólo cuenta su aventura al camino.

Dejar la jornada
colgada en sueño
colgada en árboles.
Un soñar de pasar,
de andar pasando,
colgando sueños,
sueños de pasos.

Mañana
un camino, pasos, sueños,
un jadear de caminante
cantando su aventura solo.







Ha pasado la golondrina viajera.
Ha cruzado cien caminos,
mil poblados.

No miró que la mirábamos.
No ha dicho que ha vencido lo lejos,
que ha venido con sus alas contra el viento,
que ha batido el cielo de América toda,
que ha tocado al sol,
que ha mirado a Dios.

Ha pasado sola, con su vuelo.




EL AMOR



¿Qué sale de tus pasos?
Hace años te sigo.
Siempre debo detenerme
a contemplar cada paso tuyo.
Y te imagino.

Sé que mientras me detenga
a mirar tus pasos
no llegaré a alcanzarte,
no llegaré a mirarte.

Y si un día, cansada, te detienes,
al seguir yo por donde tú fuiste,
al levantar mis ojos de tu último paso
¡al encontrarte!

Tú no sabrás de mis años tras tus pasos.
Verás mis ojos sobre ti
¿y mi mirarte?

Tú seguirás tu marcha.
Yo seguiré tus pasos.





Temí deshacerte
si tocaba la limpísima unidad
de tu rostro indistinto.

Temí comunicarte la más leve vibración mía
no estás hecha
para una renunciación tan agobiante.

No me esperes,
no puedo acercarme;
se perdería la limpia unidad
de tu rostro indistinto.





 ESPERANZA 


Sequía de pasos,
sequía de alas.
Había un camino
había un rosal.

Fueron las hojas
el último vuelo que vio el rosal.
Mi andar,
los últimos pasos que sintió el camino.

Recuerdo las ramas secas.
Hoy ha pasado el viento,
quizá ha tocado algún ala
o ha rozado alguna hoja,
quizá, si quedan ramas,
toque el rosal.





Entras
(tus pies no saben que danzas)
cambias todo
(tus manos no saben que cambias todo).
Enciendes algo a tu alrededor
transformas todo sin alterarlo.

Juegas. Vives. Juego real.

Pasas.
No hay tiempo de advertir que todo se ha transformado.
Mutación,
efecto de danza,
efecto de canción.

Espectador tuyo,
quedé transformado (intacto).
Nada se ha roto
es tu manera de transformar
no hay fuerzas, no hay tumultos.

Entras, pasas
y todo se vuelve más sensible,
más intenso,
más atento.

Secreto de danza
secreto de canción.





Sentí que mi vida
podía comenzar en tus ojos.
Juntos sacaríamos la luna
para tenderla al cielo

A mi corazón lo haría estallar
un solo beso tuyo.
¡Oh!, tan cerca de los ojos tuyos
mi corazón duro.

Fui puntual labriego del cielo.
Cada mañana preparé para ti
un abanico de luz
que desplegué en lo alto.
Dispuse las nubes blancas
como a ti te gustaba verlas.

Por las tardes
tocaba de rojo el hemisferio entero
y tú venías a mirarlo
y tú venías a mirarnos.

De manos de la tarde
sentí que mi vida
comenzaba en tus manos.





Sé que cada palabra,
cada lugar,
cada hoy,
será mañana un recuerdo.

Y un recuerdo se unirá a otro
y a otro,
y un día se unirá todo:
promesas,
llamadas,
silencios,
andar juntos,
rozar de brazos.

Un día se unirá todo;
nada podremos detener.
Habrá silencio y habrá miedo,
y labios
y más nada entre ellos.





Mar mío
tus aguas me cubrieron.
Fui pez de tus aguas.

Mientras yo tragaba el mar
a cada batir de mi cuerpo de pez
pasaste en cada gota que atravesó mi cuello.

De todas las frases
fuiste la única palabra que atendí.
Volviste calma verdadera
mi aparente calma.

Aire que me envuelve y me llena,
atmósfera mía;
floté en cada una de tus formas múltiples.
Fuiste sol cuando desee abrir mis ojos
y noche tibia al querer cerrarlos

Piel del agua,
espuma donde hundir las manos,
atmósfera espesa
para sostener mis volantines
suave espuma donde girar sin peso
suave atmósfera donde danzar sin límites.





Entre los hilos que nos unen
también hay una partícula de crueldad;
no la desprecies,
sin ella nuestro amor perdería el derecho a la vida;
sublímala.





Nos amamos
¿Qué más puedo querer?
y sin embargo, quiero;
quiero más,
quiero siempre.





Soy no solamente lo que tú quieres;
soy también lo que tú no quieres.





Hubo un día
cuando renunciamos
al centro mismo de la existencia
a la conciencia de la unicidad,
al ser individual,
a dividir el mundo
en un dentro-de-mí y un fuera-de-mí.

Fundidos pareció destruirse en cada uno
lo que cada uno habíamos sido.
Ensanchamos el dentro,
fuimos una sola inesperada interioridad.
No había fuera,
abarcamos el mundo.





Divinizas todo
con esa minúscula
pero inapagable crueldad.

Tú eres;
no puedes dejar nada de ti.
No escondes nada.
Qué adorable transparencia esa tuya.





 DORMIR 

Cuando el sol ausente
hace inútiles mis ojos;
cuando mis oídos se desprenden suavemente
de la bulla que atendían,
oigo el sonido quedo de mi alma.

Y mientras la noche fecunda al cielo
para que mañana dé a luz otro día,
tomo de la mano
una de las hijas de los sueños
y paseamos lentamente.

Y mientras contemplo
cómo se va de puntillas
el brío que impele mi cuerpo
y escapo por fin de las multitudes
ella me arropa de besos.


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